Reminiscencia...

Conocer es recordar, ésta es la premisa básica de la teoría de la reminiscencia. Aunque postulada por un filósofo anterior, Platón la introduce en su filosofía. Para éste, la enseñanza consiste en recordar lo que el alma sabía cuando habitaba en el mundo inteligible de las ideas antes de caer a la caverna, es decir, al mundo sensible y quedar encerrada en el cuerpo. Para conseguir este propósito, Platón hace especial hincapié en el cultivo de la dialéctica.

{---

Por mucho que intentes olvidar lo más superfluo de tú ser, siempre quedará el pequeño resquicio, esa herida a punto de cerrarse, que nunca llegó a cicatrizar, que nunca cicatrizará, que acabará viniendote a la cabeza...

Esos pequeños actos aleatorios que te devuelvan a la mente olores, sensaciones, momentos... cosas que creistes que nunca más volverías a sentir, que dabas por perdido, sumergido en cientos de recuerdos, que algún día volverián a flote...

Esos pequeños gestos esporádicos, que aderezados de nuevas situaciones, harán que sientas aquello que sentistes, aquello que quisistes sentir, aquello que murió en tu interior, aquello que nunca prendió, por mucho fuego que tratastes de originar...

Y es que la memoria nunca falla, los sentimientos no mienten, por mucho que los apartemos, no podemos luchar contra nuestro cerebro, no podemos encaminar nuestro corazón, no podemos evitar acelerar el pulso, o rechazar a aquel que nos ha herido, no somos responsables de nuestros sentimientos más internos, y a la vez, más importantes...

Y todos esos sentimientos volverán a nuestra cabeza, en el momento menos esperado y en la situación más inhóspita, y nunca podremos olvidarlo, ni evitar comparar situaciones previas ante las venideras...

De la experiencia, se aprende... de la experiencia, no se vive. Erra de nuevo, llora de nuevo, lucha de nuevo.

Decide: A fronte praecipitium a tergo lupi.