lunes, 10 de marzo de 2008

La partida de Hanna... [2/2]

La partida de Hanna [2/2]

Hanna aún era una niña muy pequeña cuando Kaim se hospedó por primera vez en el hostal. Cuando, con su dicción infantil y su sonrisa inocente, ella le asaltó con sus preguntas sobre su origen y le pidió que le contara sus historias, Kaim sintió algo dentro de su pecho.

Aquella vez volvía de una batalla. Más exactamente, había terminado una batalla e iba de camino a otra. Su vida consistía en vagar de un campo de batalla a otro, y nada de eso ha cambiado desde entonces.

Ha sesgado la vida de innumerables soldados enemigos y presenciado la muerte de infinidad de camaradas en el campo de batalla. En realidad, lo único que separa a los enemigos de los camaradas es una mera cuestión de suerte. Si las ruedas del destino hubieran girado de manera diferente, sus enemigos habrían sido camaradas y sus camaradas, enemigos. Tal es el sino del mercenario.

En aquella época, su ánimo estaba destrozado y se sentía insoportablemente solo. Como ser inmortal, Kaim no temía a la muerte, razón por la cual los rostros de los otros soldados están deformados por el miedo, y por la que el rostro de cada hombre que murió sufriendo quedó grabado a fuego en su memoria.

Normalmente, solía pasar las noches bebiendo en la carretera. Sumiéndose en el sopor etílico –o fingiendo sumirse en él- intentaba obligarse a olvidar lo inolvidable.

No obstante, cuando vio la sonrisa de Hanna al pedirle que le contara historias sobre su largo viaje, sintió un consuelo más cálido y profundo del que nunca hubiera obtenido del licor.

Le habló de muchas cosas… De una flor preciosa que descubrió en el campo de batalla. De la belleza cautivadora de la bruma cuando invade el bosque la noche previa al combate final. Del incomparable sabor del agua del manantial de un barranco en el que sus hombres y él se habían refugiado tras haber perdido una batalla. Del vasto e inabarcable cielo azul que vio tras una batalla.

Nunca le contaba nada triste. Omitía todo lo referente a la mezquindad del ser humano y la estupidez que presenciaba sin cesar en el campo de batalla. Le ocultó su condición de mercenario, las razones que le llevaban a viajar constantemente, y le hablaba solo de cosas bonitas, dulces y agradables. Ahora comprende que si le contó a Hanna ese tipo de historias bonitas sobre sus viajes no fue tanto por no corromper la inocencia de la niña, sino por el bien de sí mismo.

Quedarse en la posada en la que Hanna esperaba verle de nuevo terminó por convertirse en uno de los pequeños placeres de la vida de Kaim. Narrarle los recuerdos con los que volvía de sus viajes le hacía sentir una ligera redención, por tenue que fuera. Su amistad con la niña la continuó cinco años, diez años. Poco a poco, ella se acercaba a la edad adulta, lo que significaba que, tal como lo médicos habían predicho, cada día se acercaba más a la muerte.

Y ahora, Kaim termina la última historia de viajes que compartirá con ella. No podrá volver a verla, no podrá contarle sus historias de nuevo. Antes del alba, cuando la oscuridad de la noche alcanza su cenit, las pausas en la respiración de Hanna se vuelven más largas. El frágil hilo de su vida está a punto de ceder mientras Kaim y sus padres la cuidan. La lucecita que anidó en el pecho de Kaim se apagará. Sus solitarios viajes, esos largos viajes sin fin, comenzarán de nuevo mañana.

- Pronto estarás partiendo hacia tus propios viajes, Hanna – le dice Kaim con dulzura-. Partirás a un mundo que nadie conoce, un mundo que nunca ha aparecido en las historias que has oído hasta ahora. Por fin podrás dejar tu cama y vagar por donde quieras. Serás libre.

Quiere hacerle saber que la muerte no es sufrimiento, sino una mezcla de alegría y lágrimas.

- Ahora te toca a ti. Procura contarle a todo el mundo los recuerdos de tu viaje.

Sus padres harán ese mismo viaje algún día. Y algún día Hanna podrá reencontrarse más allá del cielo con todos los huéspedes que conoció en la posada.

"Y yo, sin embargo, nunca viajaré allí.
Nunca podré escapar de este mundo.
Nunca te volveré a ver."


- Esto no es una despedida. Es solo el comienzo de tu viaje.

Le dice una última cosa.

- Nos volveremos a ver.

Es su última mentira.

Hanna parte hacia su viaje. En su rostro aparece una sonrisa tranquila, como si acabara de decir un “hasta pronto”. Sus ojos no volverán a abrirse. Una solitaria lágrima resbala lentamente por su mejilla.


Fin.

4 comentarios:

calcetinrayado dijo...

¿sabes que se me han puesto los pelos de punta leyendo esta historia?
me ha encantado...
sobretodo me gusta la forma esa de redactar saltando en el tiempo :)

sigue así, estaré esperando por aquí alguna historia más! ¿cuando escribiste esto?

Haré propaganda en mi blog ^^

Anónimo dijo...

Pelos de punta y lagrimilla asomando.. He tardado en leerla, pero ha valido la pena.
No dejes de escribir, aunque sea de mucho en mucho..
Muaks!

Anónimo dijo...

supongo que sabeis que esto no lo ha escrito el...es de un videojuegos, lost odyssey

Anónimo dijo...

Esta claro que no lo saben, pero el que lo publicó debería haber puesto que se trata de un relato de los muchos existentes en el videojuego de xbox360 lost odyssey, de un autor japonés.

De todas formas es un relato realmente emotivo, y no está mal compartirlo con los internautas.